
El cuarto Domingo de Adviento es
sumamente mariano. Por encima del
profeta Isaías, Juan Bautista y José, es María el personaje fundamental del
Adviento. Ella es quien esperó como nadie supo esperar la venida del Mesías,
pues le llevó en su seno. Ella señala, en la historia de la salvación, el paso
de la profecía mesiánica a la realidad evangélica, de la esperanza a la
presencia real del Verbo encarnado.
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