miércoles, 1 de agosto de 2012

Muerte de San Juan de Avila.

Tránsito del Padre Maestro


Retirado en Montilla, Córdoba, se entrega a la vida de oración con sus momentos fuertes, a los que a lo largo de sus años dedicaba dos horas por la mañana y dos horas por la noche, enmarcados en la «unión interior que tenía siempre con Dios, con lo cual procuraba tener siempre el horno de su corazón caliente, para que al tiempo del recogimiento no fuese menester mucha leña de consideraciones para meterlo en calor», según dice su primer biógrafo. A ello sumaba el ejercicio de su sacerdocio, la dirección espiritual y la preparación de la edición definitiva del Audi, filia. San Juan de Ávila tiene una doctrina muy precisa sobre la enfermedad y el sentido del sufrimiento, en el que se ejercita de manera singular en esos tiempos.

En la madrugada del 10 de mayo de 1569, Juan de Ávila, el fecundo Apóstol de Andalucía, iniciaba su viaje postrero hacia la Casa del Padre. Tras dieciocho años de constantes enfermedades, «con muy poca intermisión», limitado en hacer lo que se sentía llamado «por mis indisposiciones, que cada día crecen más», moría, en su retiro de Montilla, en olor de santidad. Santa Teresa de Jesús, lloró «con gran sentimiento y fatiga» por la pérdida para «la Iglesia de Dios, (de) una gran columna, y muchas almas un grande amparo, que tenían en él» (32).

En 1894 fue beatificado por León XIII, y en 1970 es canonizado por Pablo VI, luego de haber sido declarado Patrono Principal del clero secular español por el Papa Pío XII en 1946.

No hay comentarios:

Publicar un comentario