Método de oración: San Juan de Ávila - Audi, filia.
Preparación próxima
Preparación inmediata
- Suplicar a Dios «que os hable en vuestro corazón con su viva voz, mediante aquellas palabras que de fuera leéis, y os dé el verdadero sentido de ellas».
- Atención y reverencia, «escuchando a Dios en aquellas palabras que de fuera leéis, como si a Él mismo oyérades predicar cuando en este mundo hablaba».
- Mediana y descansada atención «que no os captive ni impida la atención libre y levantada que al Señor habéis de tener».
- Arrepentimiento-confianza: «y daros ha nuestro Señor el vivo sentido de las palabras, que obre en vuestra ánima, unas veces arrepentimiento de vuestros pecados; otras, confianza de Él y en su perdón».
3. Presencia de Dios: «Vuestras rodillas hincadas, pensaréis a cuán excelente y soberana Majestad vais a hablar» (45).
4. Humillación del corazón: considerar la propia pequeñez, hacer una entrañable reverencia, y pedir licencia para hablarle a Dios.
5. Arrepentimiento: Rezar la confesión general y pedir perdón por los pecados del día. También ha de servir para esto, «mirando una imagen del Crucifijo, o acordándose de Él», pensar cómo y por quién padeció el Señor. «¡Yo Señor pequé, y pagarás vos!» (46).

Cuerpo de la oración
1. Introducirse en el corazón: callar «con la boca, y meteos en lo más dentro de vuestro corazón». Y «suplicad al Señor os envíe lumbre del Espíritu Santo».
2. Unión con Dios: «Y haced cuenta que estáis delante de la presencia de Dios, y que no hay más que de Él y de vos»; «haced cuenta que lo tenéis allí presente».

4. Consideraciones: pensar en la materia con «ejercicios de devotas consideraciones y habla interior». Discurrir por los beneficios de Dios, las bondades hechas, los bienes recibidos, lo malo de la propia conducta.
5. Afectos: sentir con la voluntad. «Este negocio más es de corazón que de cabeza». «Si con vuestro pensar sosegado el Señor os da lágrimas, compasión y otros sentimientos devotos», debéis tomarlos pero sin «ir mucho tras ellos», para evitar así perder «por seguirlas (los sentimientos o las lágrimas) aquel pensamiento o afección espiritual que las causó».

Conclusión
2. Examen: ante Dios de lo malo y lo bueno que hay en nosotros.
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